Deuda Técnica: Confesiones de un Desarrollador
Enrique Pérez • 2024-08-03
Miren, después de pasar más años de los que me gustaría admitir escribiendo código y lidiando con proyectos de todo tipo, he visto algunas cosas. Y si hay algo que me quita el sueño (además de esa última taza de café a las 11 PM), es la deuda técnica. Sí, ese monstruo escurridizo que acecha en las sombras de casi todos los proyectos de software.
Permítanme contarles algunas verdades incómodas que he aprendido en el camino:
- La Deuda Técnica es como las cucarachas: Piensas que tienes todo bajo control y, de repente, ¡bam! Aparece por todos lados. He visto proyectos que parecían impecables en la superficie, pero bastaba rascar un poco para que todo se viniera abajo. La clave está en no engañarse a uno mismo pensando que no existe.
- Los novatos no son el problema (bueno, no siempre): Sí, los chicos nuevos a veces meten la pata. Pero seamos honestos, todos lo hicimos en su momento. He visto a júniors super motivados hacer maravillas cuando se les guía bien. El verdadero problema es cuando nadie se toma el tiempo de mentorearlos adecuadamente.
- El mito del "Lo arreglaremos después": Oh, amigo, si tuviera un dólar por cada vez que he oído (o dicho) eso... Spoiler alert: ese "después" casi nunca llega. Y cuando llega, es un dolor de cabeza monumental. Es como posponer ir al dentista: cuanto más esperas, peor se pone.
- La batalla eterna: Velocidad vs. Calidad: Es el clásico "para ayer" contra el "hagámoslo bien". He estado en ambos lados de esta batalla y, créanme, ninguno es divertido. Los mejores equipos con los que he trabajado encontraron una especie de zen en medio de este caos, usando pruebas automáticas y otras prácticas para mantener la calidad sin volverse locos.
- Cuando los No-Técnicos no entienden (y tú tampoco sabes explicar): Tratar de explicar la deuda técnica a alguien que no programa es como intentar describir un color a un ciego. He aprendido por las malas que las analogías son tus mejores amigas. Mi favorita: comparar el código con una cocina. Si nunca limpias, eventualmente será imposible cocinar algo decente allí.
- La fiebre del oro tecnológico: ¿Conocen esa sensación de querer usar la última tecnología brillante en cada proyecto? Sí, yo también la he tenido. Y a veces ha sido genial, pero otras... digamos que aprendí que no todo lo que brilla es oro. La clave está en ser un poco escéptico y probar antes de saltar al vacío.
- Cuando las "Mejores Prácticas" no son lo mejor: Hay veces que seguir el libro al pie de la letra te lleva por el camino equivocado. Cada proyecto es un mundo, y lo que funciona de maravilla en uno puede ser un desastre en otro. He aprendido a confiar en mi instinto (y en el de mi equipo) tanto como en los manuales.
- Los veteranos: Nuestros guardianes silenciosos: Los desarrolladores senior son como esos personajes sabios en las películas que ven el desastre venir antes que nadie. He tenido la suerte de trabajar con algunos genios que me salvaron de más de un desastre inminente. Si tienes uno en tu equipo, escúchalo. En serio.
- La cultura importa (y mucho): He estado en empresas donde la calidad del código era casi una religión y en otras donde era "sálvese quien pueda". Adivinen en cuál dormía mejor por las noches. La actitud hacia la deuda técnica viene desde arriba, y se nota en cada línea de código.
- Nunca dejes de aprender (o te quedarás atrás): El mundo del desarrollo cambia más rápido que mis excusas para no hacer ejercicio. Mantenerse al día es agotador, pero necesario. He visto cómo equipos que se toman en serio el aprendizaje continuo manejan mucho mejor la deuda técnica. Es como estar siempre un paso adelante del caos.
Para Cerrar... Miren, la deuda técnica es como esa tía incómoda que aparece en todas las reuniones familiares. No puedes deshacerte de ella, pero puedes aprender a lidiar con su presencia. Después de todos estos años, he aprendido que la clave no está en eliminarla por completo (buena suerte con eso), sino en manejarla de forma inteligente.
Se trata de encontrar ese dulce punto entre ser un fanático de la perfección y un vaquero del código. Es aprender a comunicar, negociar y, a veces, plantarse firme cuando es necesario. Y sobre todo, es recordar que detrás de cada línea de código hay personas reales, con sus virtudes y defectos.
Así que la próxima vez que te encuentres maldiciendo ese trozo de código espagueti, respira hondo y recuerda: todos estamos en el mismo barco. Y sí, a veces hace agua, pero hey, ¿no es eso parte de la diversión?