Enrique Pérez • 2024-06-10
Serie → Desafíos del Desarrollo de Software: De Junior a Senior
Capítulo 1
Cuando tenía 6 años (año 2000), mi escuela era como una especie de película de terror educativa: sillas oxidadas, baños sucios, pizarrones que chillaban como un gato en la noche, ventanas sin vidrios y un montón de otras "comodidades". Había muchas carencias, pero un día como apoyo gubernamental, llegó algo que cambió todo: una computadora gigante, pesada y ruidosa disque para apoyar a los maestros en sus enseñanzas. Como nunca en la vida habíamos visto un aparato electrónico semejante, era como si el mismísimo OVNI de E.T. hubiera aterrizado en nuestra aula. Nadie tenía ni idea de cómo usar ese monstruo blanco y brillante, ni siquiera mi profesor. Todos nos sentíamos intimidados por la bestia electrónica.
Esta computadora despertó en mí un interés oculto, quería usarla pero no estaba autorizado. Ponía atención a cada posicionamiento del mouse y cada tecla que presionaba el maestro.
Después de meses de intentos infructuosos, nuestro profesor seguía luchando por abrir y usar "Mi primera Encarta". Un día, nuestro profesor estaba dando vueltas en Internet Explorer sin conexión a internet (la escuela no tenía este servicio), como un explorador perdido en el desierto digital. Con la inocencia de mis 6 años, me atreví a soltar una broma a mis compañeros: "El maestro está perdido queriendo usar Internet pero ese no es el programa que busca". Lo que no esperaba era que mi profesor me escuchara y, en su frustración, me retara: "¡Ten, hazlo tú! ¡Muévele tú!".
En ese momento, me sentí como si me hubieran descubierto robando dulces de la tienda, y no supe cómo reaccionar. No sabía que esa actitud de sabelotodo que había mostrado me seguiría como una sombra por muchos años, y aún hoy sigo trabajando en superarla.
Para no alargar más la historia, aquel día aprendí una valiosa lección: no se trata solo de tener conocimientos o habilidades tecnológicas, sino también de ser humilde, estar dispuesto a aprender y, sobre todo, no burlarse del profesor cuando está perdido en la tecnología. Porque, al final, todos hemos estado allí alguna vez, ¿verdad? A veces, saber escuchar y aprender de los demás es mucho más importante que pretender ser el experto en todo.